Comentario
CAPITULO VII
Noticias historicas de los cerros y páramos mas
notables de las cordilleras de los Andes y de los rios
que hacen en ellas con los modos de passarlos
965 No sería justo, haviendo dado las demás noticias correspondientes al reyno de Quito, dexassemos en silencio la de los páramos que hay en sus cordilleras y los rios que atraviessan todo aquel país, el qual, si se hace particular por tantas maravillas como obró en él la naturaleza, no lo es menos por la disposicion con que acomodó su terreno, levantando en él pyramides de nieve tan abultadas y eminentes que á su vista queda corta cualquier comparacion.
966 Yá hemos visto que todo lo tocante á los corregimientos de aquella jurisdiccion está situado entre las dos cordilleras de los Andes; en estas, pues, á proporcion que algunos cerros descuellan mas ó menos en altura, tienen un temple correspondiente en lo frio y un terreno árido, y á estos es á los que se les dá el nombre de páramos; pero aunque todas las cordilleras lo son, hay unos mas rígidos que otros, y algunos tales que, con el frio ocasionado de la continua nieve y yelo, quedan inhabitables y despoblados de todas suertes de plantas y animales.
967 Entre todos, exceden con tanto extremo algunos que sus faldas se levantan y sustentan sobre los empinados copetes de los otros, y toda su monstruosa corpulencia está cubierta de nieve hasta la cumbre. Estos, pues, son de los que trataré porque su particularidad los hace dignos de mayor atencion.
968 El páramo de Asuay, que se forma uniendose las dos cordilleras, no entra en el numero de estos pues, aunque su rigidez lo haga ser afamado en aquel reyno, su altura es como la regular de toda la cordillera y mucho menor que la de Pichincha y el Corazon, la qual en aquel clima donde se empieza á formar y mantener la congelacion. Esta sucede en toda aquella provincia á una misma altura, y assi, á proporcion que los cerros son mas elevados, hay mayor parte de ellos cubierta de yelo continuamente, de suerte que respeto de un punto determinado, como por exemplo Caraburu ó la superficie del mar, se vé la congelacion en todos los cerros á una misma altura. Por las experiencias del barometro hechas en Pucaguaico, en el cerro de Cotopacsi, la altura á que se sostiene allí el mercurio es de 16 pulgadas 5 lineas y un tercio, y por esta se concluye la de aquel parage en el tomo de las Observacones Astronomicas y Phisicas ser de 1023 tuessas sobre el plano de Caraburu. La que esta tiene respeto de la superficie del mar, concluida por los dos methodos que podrán verse en el libro yá citado, es de 1268 á corta diferencia; con que, la altura de Pucaguaico sobre la superficie del mar es de 2291 tuessas. El señal que estuvo en este cerro se hallaba mas baxo que el yelo endurecido de 30 á 40 tuessas, y desde el principio de esta hasta el copete del cerro se puede, haciendo un prudente juicio fundado en algunas observaciones de angulos de altura tomados para este fin, concluir que havrá de altura perpendicular como 800 tuessas; con que, la cumbre de Cotopacsi estará elevada sobre la superficie del mar 3126 tuessas, que hacen 7280 varas castellanas, algo mas de una legua maritima, y mas alto que la cumbre de Pichincha 639 tuessas. De esta especie son los cerros de que voy á tratar y sin mucha diferencia todos de alturas no desemejantes.
969 Entre ellos, es el mas meridional en aquellas cordilleras el de Macas, cuyo propio nombre es Sangay, aunque mas, conocido allí con el primero por hallarse en la jurisdiccion de este territorio; su altura es grande, y la mayor parte de ella, emblanquecida con la nieve que lo cubre igualmente en toda su circunferencia; despide de su cumbre mucho y continuo fuego, acompañandolo con ronquidos tan formidables que se dexan sentir á muchas leguas, llegando tan recios á la jurisdiccion del pueblo de Pintac, perteneciente al corregimiento de Quito, que dista de él cerca de 40 leguas por elevacion, como si estuviera inmediato, y muchas veces quando son los vientos favorables, aun á la misma ciudad. Los campos que le hacen vecindad se vuelven totalmente estériles por la abundancia de las cenizas con que los cubre. En este páramo tiene su nacimiento el rio de Sangay, que no es pequeño; y, uniendose despues con otro nombrado de Upano, forman el de Payrá, bastante caudaloso, y dan sus aguas al Marañón.
970 En la misma cordillera del oriente, casi este oeste de la villa de Riobamba, á distancia de seis leguas está un cerro bien alto, cuya cumbre se divide en dos copetes, ambos envueltos en nieve; el de la parte del norte tiene el nombre de los Collanes, y el de la del sur el de el Altar, pero el espacio que ocupa la nieve en estos no es comparable con el de Sangay y los otros de su clase, á cuya corresponndencia su altura es mucho menor.
971 A la parte del nordeste de la misma villa y como á 7 leguas distante de ella, está el cerro de Tunguragua. Este forma la figura de un cono de qualquier lado que se mire, con igual escape por todos; el terreno de donde se empieza á levantar está algo mas baxo que el de la cordillera, particularmente por la parte del norte, en la qual parece que empieza á crecer desde el plano donde están las poblaciones. Por este lado, en un pequeño llano que media entre su falda y la cordillera, tiene su fundacion el pueblo de los Baños, nombre que adquiere de unas aguas calientes que hay allí tan medicinales que van á tomar baños en ellas de toda la jurisdiccion. Al sur de Cuenca, y no lexos de otro pueblo llamado tambien de los Baños, que pertenece á aquel corregimiento, hay otras aguas calientes situadas en lo alto de un pequeño cerro, del qual por diversos agugeros de 4 á 5 pulgadas de diametro mana á borbollones tan caliente que se endurecen en ella los huevos en poco mas tiempo del que se necessita para conseguirlo en agua hirviendo al fuego. De la que sale por estos agugeros se forma un arroyo que tiñe de amarillo las piedras y terreno por donde corre y es salobre. Todo este pequeño cerro en su parte superior está abierto con distintas grietas y tanto por ellas como por lo demás del terreno exhala humo continuamente, lo que dá indicios de que encierra en sus entrañas muchas materias sulfureas y nitrosas.
972 A la parte del norte de Riobamba, inclinado algunos grados acia el noroeste, está el cerro de Chimborazo, por cuya falda vá el camino de Quito á Guayaquil ó yá dexandole á la parte del norte ó á la del sur. En los tiempos inmediatos á haver los españoles entrando en aquel reyno, parecieron muchos quedandose emparamados al atravesar los largos y molestos despoblados de sus faldas, pero yá en los presentes, mas connaturalizados con el clima, no se experimenta este peligro, haviendo la precaucion de passarlo, quando conocen que está fuerte, de esperar un dia ó dos á que apacigue su furia el viento y que se abonance el tiempo.
973 A la parte del norte de este cerro está el de Carguayraso, de quien tengo yá dadas las noticias necessarias en su lugar.
974 El de Cotopacsi, que está al norte del assiento de Latacunga y como 5 leguas distante de él, sobresale con su falda al resto de los otros por las partes del noroeste y sur, como queriendo estrechar el ámbito que dexan entre sí las dos cordilleras, y yá noté haver rebentado al tiempo que entraron los españoles en aquel país. En el año de 1743 lo repitió y empezó á hacer estruendo en las concavidades de sus senos desde algunos dias antes; abrió una boca por la cumbre y tres en la medianía de la pendiente nevada casi á una misma altura; y arrojando gran copia de ceniza, mezclada con ella la inmensa cantidad de yelo que liquidaron sus formidables llamadas, baxó con precipitado curso, inundó el dilatado llano desde Callo hasta Latacunga y formó por todo él un mar de turbias ondas, en las quales pereció infinidad de gente porque la violencia con que corrió no dió treguas aun á los que solicitaron escapar en las alas de la diligencia y á los estimulos del riesgo. Todas las casas de los indios y gente pobre que encontró las arrancó del suelo, y enteras las hizo navegar sobre sus espesas olas. El rio que passa inmediato á Latacunga le sirvió de madre quando la altura de los terrenos que formaban sus dos margenes pudo contenerlo; pero, no bastando la profundidad de aquella quebrada á tanto como necessitaba este nuevo mar, sobrepujó á sus orillas por la parte del assiento y arrastró con las casas hasta donde se dilató. El vecindario se retiró á un parage mas elevado, que está cercano y hace espaldas á la poblacion, para salvar las vidas y ser testigos del destrozo que lo demás experimentaba, pero la inundacion se contuvo en las primeras casas y no alcanzó á lo interior. No cessó el temor de mayor estrago hasta que passaron tres dias, en los quales continuó la erupcion de las cenizas y el agua del yelo de aquel cerro derretido con las llamas; despues se fue minorando poco á poco hasta que cessó del todo, pero el fuego permaneció por muchos dias, y con él el estrépito que causaba el viento para haver de encontrar mayor ensanche que el comprimido tenia en sus interiores entrañas. Al cabo de algun tiempo, se apaciguó totalmente, y no se reconocia en él fuego, ruido ni humo hasta que en el siguiente año de 1744, por el mes de mayo, volviendo á vigorizarse las llamas, abrieron algunas mas bocas por los lados, de suerte que, en las noches apacibles que las nubes no lo estorvavan, parecia una iluminacion grande y muy vistosa, reververando la luz en lo terso y transparente de tanto yelo; assi, fue tomando y el 30 de noviembre prorrumpió en tanta cantidad de fuego y cenizas que puso en nueva consternacion á los habitadores de Latacunga, repitiendose la inundacion de aquel país con tanto excesso como en el año antecedente. No fue poca fortuna para nosotros que no huviesse rebentado en ninguna de las dos ocasiones que estuvimos habitando sus pendientes, segun queda visto en el capitulo III del libro antecedente.
975 Cinco leguas distante de este cerro al occidente, tiene su assiento el de Elenisa, cuya cumbre dividida en dos está revestida de nieve continuamente. En ella tienen su origen varios arroyos, de los quales los que salen del copete boreal llevan su curso para el norte, y los que del austral se dirigen acia el sur. Estos ultimos tributan su caudal al mar occeano, que allí llaman del norte, por el Marañón, y aquellos desaguan en el del sur por el rio de las Esmeraldas.
976 A la parte del norte de Cotopacsi, algunos grados inclinado acia el nordeste, está el cerro de Chinchulagua, que tambien es nevado, aunque su corpulencia es á poca diferencia como la del antecedente y ninguna de las dos comparables á la de los otros.
977 El cerro de Cayamburo, que es de los de primera magnitud, cae á la parte del norte de Quito, algunos grados acia el oriente, y dista de aquella ciudad como 11 leguas; no se conserva señal ni tradicion de que haya rebentado. Salen de él algunos rios; los de la parte del oeste y norte van á encontrarse con el de las Esmeraldas unos, y los otros con el de Mira, y todos salen á la mar del sur; los del oriente tributan sus aguas al Marañón.
978 Además de los arroyos que descienden de los cerros nevados, baxan otros de los restantes mas baxos de aquellas cordilleras, y, unidos, forman rios muy caudalosos que ó descargan el raudal de sus corrientes en la mar del norte ó en la del sur, segun iré diciendo.
979 Todas las vertientes de los cerros inmediatos á Cuenca por la parte del occidente y sur hasta Talqui con las de la cordillera oriental y por la parte del norte hasta el páramo de Burgay se juntan como media legua al occidente de un anexo que llaman de Jadan, pertenecientes al curato de Paute; y formando un rio, passan cerca de este pueblo, de quien toma el mismo nombre, y vá á desaguar al Marañón; llega tan crecido á Paute que, aunque se explaya mucho, no es vadeable.
980 Del cerro de Yasuay, del de Bueran y de las partes del sur del Asuay se forma otro rio bien crecido que se passa por puente y, no yendo distante del pueblo de Cañar, toma este nombre, continuando despues su curso por Yocon hasta desembocar en la ensenada del rio de Guayaquil.
981 De las partes septentrionales del páramo del Asuay baxan tambien muchos rios, y, unidos con otros que descienden del cerro de Senegualap y cordillera oriental por la parte del oeste de esta, forman el rio de Alausí, que vá á salir á la misma ensenada.
982 En lo alto del páramo de Tioloma y no lexos del señal que se puso en aquel cerro para la formacion de los triángulos de la meridiana, hay quatro lagunas; las tres que están mas inmediatas á él no son tan grandes como la otra, y esta tendrá casi media legua de largo, siendo su nombre Colay; aquellas que guardan corta distancia entre sí tienen los de Pichavíñac, Cubilló y Mactallán; de los desagues de todas, que passan por la quarta, se forma el rio de las Cabadas, que corre no lexos del pueblo de este nombre; unesele otro formado de los arroyos que descienden del páramo de Lalanguso y, de los desagues de la laguna de Colta, passa por Pungalá inclinandose algo del norte al oriente; y como una legua del pueblo de Puní, se le junta el de Riobamba, que tiene su nacimiento en el páramo de Sisapongo y cordillera que corre para el norte; cerca del pueblo de Cobigíes, otro que baxa del cerro de Chimborazo y, haciendo su camino para el norte por alguna distancia, vuelve al oriente luego que está este oeste con el cerro de Tunguragua y contribuye sus aguas finalmente al Marañón. Quando passa por el pueblo de Penipe, vá tan caudaloso que solo se puede atravesar sobre puente, la qual es allí de bejucos; se le une tambien antes de llegar al pueblo de los Baños el rio de Latacunga, el de Hambato y todos los que de una y otra cordillera tienen su origen, assi del picacho austral de Elenisa y parte meridional de Ruminavi como de Cotopacsi.
983 Las aguas que baxan del picacho septentrional de Elenisa, segun tengo yá advertido, se dirigen acia el norte; con estas, se juntan todas las de la misma cordillera y las que descienden del cerro de Ruminavi por la parte septentrional y occidental, y las de Pasuchua, que juntas forman el rio de Amaguaña. Estos dos ultimos cerros están norte sur en el espacio que dexan entre sí las cordilleras. De la parte septentrional de Cotopacsi, páramo de Chinchulagua, que tambien es nevado, y cordillera de Guamaní baxan otros rios que, unidos, forman el de Ichubamba, y, corriendo acia el norte, se junta con el de Amaguaña á poca distancia mas al norte del pueblo de Cono coto; despues aumenta su caudal con los arroyos que baxan de la parte del oeste de la cordillera oriental, y muda el nombre en el de rio de Guayllabamba. Las aguas que baxan del cerro de Gayamburo por su parte occidental y las del de Mojanda por la meridional hacen otro que tiene el nombre de rio de Pisque, el qual primero camina al occidente y, junto yá con el de Guayleabamba, toma el de Alchipichi. Este, al norte del pueblo de San Antonio, en la jurisdiccion del corregimiento de Quito, va tan caudaloso y ancho que es forzoso passarlo por tarabita; continúa su curso acia el norte y dá las aguas al rio de Esmeraldas.
984 El cerro de Mojanda está en el espacio que dexan entre sí las cordilleras y, aunque no tiene mas que una falda, se divide arriba en dos copetes; en uno cae al oriente, y el otro al occidente; de cada uno de ellos se continúa una cordillera que cierra aquel callejon juntandose cada uno con la de su lado.
985 De la falda septentrional de este cerro salen dos arroyos grandes que entran en la laguna de San Pablo, y de esta se deriva un rio, que, junto con otros de la cordillera occidental, hacen un cuerpo, y, entrandose otro brazo que sale de los altos de Pezillo, forman el rio de la villa de San Miguel de Ibarra, y despues toma el nombre de Mira, el qual desagua en la mar del sur, mas al norte del de Esmeraldas.
986 Quando es tanto el caudal de aquellos rios que no permiten vado, se les forman puentes en los sitios necessarios. Estas son de tres especies, ó de piedra, de las quales hay allí muy pocas, ó de madera, que son las mas comunes, ó de bejucos. Para las de madera, solicitan aquel parage donde mas se estreche el rio, entre altos peñascos, y, atravesando quatro palos bien largos, forman el puente de vara y media de ancho con corta diferencia, quanto sea capaz de que passen por él las personas y cavalgaduras, traficandose por ellas con mucho peligro, no menos de vidas que de caudales. De las de bejucos usan quando la mayor anchura de los rios no permite el que los palos, por largos que sean, puedan descansar en sus orillas. Para hacerlas, tuercen ó colchan muchos bejucos juntos y forman maromas gruessas del largo que necessitan, tienden seis de ellas de una á otra vanda del rio, y las dos quedan algo mas altas que las otras quatro, colocan unos travesaños de palos, y, poniendo encima ramazones, se forma con ellas el suelo; las dos que están mas superiores las amarran con las que forman la puente y sirven como de passamanos, para que se afirmen los que passan, sin cuya precaucion sería muy facil el caer respeto del bamboleo continuo que tiene quando se anda sobre ella. Las que hay de esta calidad en aquel territorio solo sirven para las personas, passando á nado las mulas; para esto, las descargan y llevan desaparejadas cosa de media legua mas arriba del puente para que puedan salir cerca de él al otro lado por lo mucho que las arrastra la corriente, y los indios passan á hombro toda la carga y aparejos. En otros rios del Perú donde las hay de este especie son tan capaces que transitan para ellas las requas cargadas, como sucede con la de Apurímac, por la qual se hace todo el tráfico y comercio del Perú entre las provincias de Lima, el Cuzco, la Plata y otras meridionales.
987 Hay rios donde, en lugar de puente de bejucos, se passa por tarabita, como sucede con el de Alchipichí, y en la de este no solo la atraviessan las personas y cargas sino tambien los bagages porque la mucha rapidez y peñascos que arrastra su corriente no consienten el que lo puedan hacer á nado.
988 La tarabita consiste en una cuerda de bejucos ó correas de cuero de baca compuesto de muchos hilos de seis á ocho pulgadas de gruesso, la qual está tendida de una orilla á la otra con alguna inclinacion y sujeta muy fuertemente en ambas á unos palos. En uno de estos hay un molinete ó torno para templarla lo necessario; sobre la maroma descansa un zurron de cuero de baca capaz de recibir un hombre y de que en él pueda recostarse; este zurrón va suspendido en dos horcones, que son los que corren sobre la maroma; de cada lado tiene atada una cuerda para tirar por ella el zurron á aquel que se quiere llevar; el que ha de passar se mete en él y, dandole desde tierra un empujon, va con prontitud al otro lado.
989 Para passar los bagages, hay dos tarabitas, una para cada vanda del rio; y la cuerda es mucho mas gruessa y mas pendiente, no tiene mas que un horcón de madera, al qual cuelgan la bestia despues de haverla sujetado con cinchas por la barriga, pecho y entre las piernas; y estando pronta, la empujan, y vá con tanta violencia que en muy poco tiempo se halla de la otra parte. Las que están acostumbradas á passar en esta forma no hacen ningun movimiento y, antes bien, ellas mismas se ofrecen á que las aten; pero las que son nuevas en ello, se embrabecen huyendo y cocean en el ayre quando, perdiendo tierra, se ven de aquel modo precipitar. La tarabita de Alchipichí tendrá de ancho de 30 á 40 tuessas ó de 70 á 90 varas, que es bastante para que á la primera vista cause horror.
990 A correspondencia de las puentes, suelen ser los caminos de aquel país pues, aunque hay grandes llanuras desde Quito hasta Riobamba, y la mayor parte lo sea desde esta villa á Alausí y al mismo modo por la parte del norte de aquella ciudad, estas se hallan interrumpidas con formidables quebradas, cuyas baxadas y subidas no solamente son molestas y dilatadas pero tambien de mucho peligro; otros transitos se componen de laderas tan estrechas que hay parages en ellas donde solo caben los pies de la cavalgadura, y todo el cuerpo de ella y del ginete se vé casi en el ayre correspondiendo á la profundidad de algun rio que lleva su curso 50 ó 60 tuessas mas baxo que el camino, y en muchas algo mas; solo la continuacion de traginarlos y la precision por no haver otros puede desvanecer el horror que causa tan inminente riesgo, no siendo pocas las desgracias que se experimentan de perderse en ellos yá la vida de algun caminante ó yá la hacienda, pues una y otra vá confiada á sola la destreza y bondad en el caminar del bagage. Este peligro lo recompensan con la seguridad que se goza en ellos de ladrones, y assi se ve continuamente lo que en muy pocas partes del mundo, que un solo hombre transita con una porcion muy quantiosa de plata ú oro por lo regular sin llevar armas, tan seguro como si le compañara una escolta muy numerosa; si le coge la noche en despoblado, se queda en él y duerme sin el menor sobresalto; y si en algun tambo ó alvergue, del mismo modo, no obstante que todos están abiertos, y no halla quien le inquieta en las jornadas ni necessita mas para defenderlo que la mera confianza, particularidad á la verdad de las mas comodas y que se pudiera desear fuesse comprehensiva á los demás paises.